martes, 8 de julio de 2008

El duende

24 Gidouille CXXXVI St. Gris-gris, ventre
Para buscar el duende no hay mapa ni ejercicio. Sólo se sabe que quema la sangre como un trópico de vidrios, que agota, que rechaza toda la dulce geometría aprendida, que rompe los estilos, que se apoya en el dolor humano que no tiene consuelo, que hace que Goya, maestro en los grises, en los platas y en los rosas de la pintura inglesa, pinte con las rodillas y los puños con horribles negros de betún; o desnuda a Mossèn Cinto Verdaguer en el frío de los Pirineos, o lleva a Jorge Manrique a esperar a la muerte en el páramo de Ocaña, o viste con un traje verde de saltimbanqui el cuerpo delicado de Rimbaud, o pone ojos de pez muerto al conde de Lautréamont en la madrugada del boulevard.
Juego y teoría del duende, Federico García Lorca

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